Me tomo un instante, en este viernes frenético, de este
mundo frenético, para hacer una pequeña reflexión racional y emocional sobre
nuestro querido y primer patrocinador.
ICN es una empresa a la que yo, como todos los que la
conocemos, quiero mucho. Y siendo esto así la pregunta sería por qué entonces
no la conocemos más: más profundamente, más extensamente, más personas… más
españoles. No, no es que me haya dado una ataque de xenofobia es que la Identificación y Custodia Neonatal es un
invento español, con una patente española, es en nuestro país donde se inició,
se desarrolló y donde sigue creciendo, renovándose, implementando sistemas
nuevos, perfeccionando y actualizando los sistemas de biometría y trazabilidad.
Así como es también el país; España, donde se comercializa… sobre todo fuera de
España.
¿Por qué? Siempre me ha parecido que es como si sólo se
vendieran los chupachups más allá de los Pirineos o más gráfico aún, como si un
francés tuviera que cruzar su frontera para comprar roquefort. Pues si yo
quiero que mi hijo sea identificado correctamente, que se le tomen las huellas dactilares
(unas huellas que le identifiquen, no una mancha irreconocible) al lado de las
cuales figuren las mías inequívocamente y además se cumplan todas las garantías
de custodia en el centro hospitalario, me tengo que ir a África. Eso yo, que lo
sé, seguramente tú ni siquiera sabías que tenías la posibilidad de garantizar
uno de los primeros derechos de un humano, de tu hijo: su identidad.
Por eso en la medida que yo, y todos los que lo sabemos,
podamos es hora de que, al menos, se sepa.
Hoy fieles a su filosofía de ayudar a los seres humanos
indefensos: los bebés, a tener todas las garantías, oportunidades y
posibilidades, para crecer felices, saludablemente protegidos y con el máximo
de necesidades cubiertas, ICN obsequia una plaza en nuestro taller del domingo
y nos ayuda así a difundir nuestro mensaje.
Yo se lo agradezco de todo corazón, seguramente los papás
también, pero es ese bebé, que ahora mismo no lo sabrá (igual no lo sabe nunca)
el que recibirá el obsequio y sé que enriquecerá su vida.
El niño será inteligente sea de quién sea, pero deberá saber
quién es, para poder reclamar lo que en justicia le corresponde. Y puede que un día
sea, para todos los bebés del planeta, una necesidad básica que se respete
desde el primer momento su increíble inteligencia y sus enormes posibilidades.
Mientras tanto habrá que seguir peleándolo, eso y todos los demás derechos,
pero para exigir hay que saber a quién: a qué país, a qué legislatura, a que
padres…
Lo primero es saber quién es uno.
Gracias ICN.