Nines la otra parte de Primeros Estímulos




















Solemos llegar pronto los días de Taller, desde que la veo siento real la convocatoria, la luz de la mañana entra por las ventanas y Nines por la puerta con una sonrisa, apenas se le nota que sea domingo temprano (nunca me acuerdo de preguntarle si es que madruga de todos modos). Nos damos un beso y nos ponemos manos a la obra, hay que prepararlo todo, dejar la sala bonita para recibir a las familias, que desde el principio se respire serenidad y belleza para esa primera impresión. Nos gusta ir haciendo poco a poco, las mantas de yoga encima las de los bebés, con su peluche, su pelota, detrás unos cojines para las mamás y papás y tras ese conjunto (el grupo familiar de juego) una silla, que no estorbe, pegada a la pared, por si alguien se cansa de estar en e suelo, por si se quiere dejar algo… en fin, un detallito. Todo ese proceso lo hacemos cada una por su lado, manta por aquí, esterilla por allá, una pelota… acompañamos esa dinámica de preguntas cariñosas y rutinarias: ¿Cómo estás? ¿Y los Niños? ¿Cómo están tus hijos? ¿Cómo va todo? Y entre medias…: ¿pelota roja con manta verde?... ¿O mejor con la marrón? Y así va formándose el círculo. Cuando está esa parte nos alejamos para ver la distribución y el equilibrio del conjunto, como el pintor que se aleja para contemplar la obra. Después nos reunimos en el centro, sentadas en el suelo y ya más cerca, montamos a alfombra de lo búhos y también la conversación se hace más cercana y el susurro suena más a confidencia. El grupo de los aros, las picas y las pelotitas de plástico a lo que suena es a “ya está casi, falta poco para que lleguen”. En ese momento ya no hablamos de nosotras ni de la sala, si hay algo nuevo se lo cuento, ella va hacia la mesa a repasar los adhesivos  la lista y yo con ella, ella ultima, yo me retiro, me recojo el pelo y me concentro, repaso el atril con mi guión y traigo a Germán (el muñeco, que muchas veces es el último como si también en eso quisiera emular a los bebés de verdad).

Empieza a sonar el timbre o el teléfono, baja a abrir y yo espero a que vayan subiendo, saludo y conozco o me reencuentro con los bebés, con las mamás y papás. Y esa entrada, ese recibir, es un baile en el que yo me ocupo de lo importante y ella de lo esencial (como en la canción “yo lo que tiene importancia, ella todo lo importante…”) Acompaño  a los que atiendo a la sala o saludo a los siguientes y todo ese aroma al domingo de “Primeros Estímulos” me va invadiendo mientras la sala se completa. El círculo se llena de sonrisa los bebés, según su edad están en la mantita o gateando por el tatami, cogiendo y tirando las pelotas… Y cuando todo va a empezar, a veces soy consciente y otras… no, las familias tienen su nombre puesto, los carritos están es su sitio, los adultos están descalzos y los bebés cómodos y todo lo que necesitamos está preparado y en orden. La miro y me hace una señal o me indica si estamos todos, si falta alguien, si alguien está en el baño o en la otra sala cambiando un pañal. Empezamos y lo que pasa entonces ya lo he contado muchas veces (y lo seguiré contando) pero puedo disfrutarlo, ocuparme, sentirlo y estar a lo que estoy porque ella está a todo lo demás.

Cuando acabamos, mientras recogemos, yo le pregunto y ella me da sus impresiones, la evaluación de la mañana, lo que le ha parecido el curso, cómo ha visto a los adultos, a los bebés, si una parte ha salido mejor o no… Hace una crítica constructiva de la mañana, casi siempre benévola, es cierto, porque es que no es sólo que el taller sea una delicia, sino que además estamos orgullosas y ella lo siente crecer y es la mejor observadora comparativa. Luego tomando algo hacemos un resumen más sosegado y eficaz para que la evaluación haga mejorar todavía más nuestra tarea. Al final hay un momento en el que volvemos a nosotras, a nuestras cosas: sentimientos, niños, trasiegos, agobios… Nos despedimos y sé que ese beso da por terminada la mañana, después me quedan momentos para mi sola, de recordar las caras de los bebés, las cosas divertidas, lo que ella me ha aconsejado, lo que me ha encantado o algo que creo que en otra ocasión hice mejor. Pero el Taller creo que empieza y acaba con la mirada de Nines y que sin ella Primeros Estímulos en Más Natural no sería lo mismo. Tengo que darle las gracias a Cristina, una vez más, por presentarnos.

Carnaval (y feed)



Hoy es día de disfraces. Muchos colegios y guarderías celebran el carnaval. Nuestros bebés estarán preciosos y a los más mayorcitos (bebés ¿eh? que lo entienden todo y se puede informar de todo en modo de cuento) les contamos lo de don Carnal y doña Cuaresma, en su registro, cómo se celebra la diversión antes de lo que antiguamente eran cuarenta días de... (los puntos los rellenáis según vuestro criterio). Nosotros mientras tanto seguimos con nuestros enjuagues cibernéticos. Yo es que me parto!!

Jornada Blog Era ss






















(He editado para añadir una foto de Cristina hablando: fantástica)

El espacio conocido se abre y me abriga. Al entrar me encuentro con la mirada de Gema, no la conozco pero la identifico de la fotos, Cristina está hablando con dos blogueras. Veo a Nines, que como siempre está atareada, en esta ocasión cerrando las cajas de Naif, me acoge también con su sonrisa. Gema nos ofrece un té, Cristina me ve y abre los brazos, a pesar de que le digo que estoy malita nos fundimos, como siempre, hace tiempo que no nos vemos, pero el abrazo no ha cambiado: familiar y cotidiano. Está nublado así que la luz encendida  le da a los verdes y las maderas un aroma de tarde, la calidez de la acogida, matices de invierno que abrigan la casa. Más Natural  es así, un espacio para acompañar a las mujeres A La Luz, mullido, cálido, elegante y hogareño.

Cristina nos cuenta, desde la emoción y el entusiasmo, cómo se gestó Más Natural: su proyecto; para atender aquello que, debiendo ser en salud, en luz y alegría, se convertía en algo lesivo y muchas veces violento y cómo ella quiso aportar su visión para ayudar a las mujeres a acercarse a ese momento, con otra tranquilidad, con un protagonismo real y reclamado. Nos cuenta como esos inicios fueron solitarios, sin interlocutores sanitarios, sólo con el apoyo del alivio de las madres, el buen hacer, los partos más dulces… hasta que encontró otros peregrinos en el camino, así nos narra su alegría al conocer El Parto es Nuestro, una asociación nacida para informar a las familias cómo mejorar sus condiciones en ese momento tan importante de la vida como es traer tu hijo al mundo. De ese modo Cristina nos introdujo a Ibone.

Ibone Olza, médico psiquiatra infantil y perinatal, nos habló con calma de la distancia entre la medicina y el parto, de los desequilibrios hormonales cuando las hormonas no se producen, se suministran… Cómo el parto es un estado alterado de la conciencia y la aberración que es practicar algunos protocolos que parecen, que son, habituales en los hospitales como si ello no afectara a personas, a personas especialmente sensibles, en momentos esenciales de sus vidas, que las cambiarán para siempre y, por lo tanto, recordarán para siempre ese momento. Creo que pulsó una tecla de recuerdos y dolores y que hizo brotar alguna lágrima.

Alejandro Busto Castelli, psicólogo especializado en crianza, nos trajo una amena charla sobre la sabiduría interna, sobre el otro punto de vista, sobre escuchar lo que sentimos y confiar en lo que sabemos, como alimentar la crianza ni saturando ni escaseando, ni demasiado lejos, ni demasiado cerca, observando (anonadados, las más de la veces) para aprender y para permitir, sin forzarnos ni dejarnos condicionar… Dicho así con un humor suave, con un lenguaje inteligente con pinceladas de risa, hasta parecía fácil, a pesar de que en ningún momento dijo que lo fuera. Me encantó porque al final llegó, o eso creo, a donde siempre llego: saber para elegir, conocer para ser libre, pensar para tener criterio y capacidad de decisión.

Carmela Kika Baeza, médico también y asesora de lactancia, nos sumergió en la ternura, con una voz delgada y dulce, fue capaz de transfundirnos el recuerdo  de la muerte de Javier, su primer hijo; cómo una asesora, y enamorada, de la lactancia, piensa que, en ese caso, su piel junto a la de Javier le hubiera alimentado más que su leche. El relato del resto de sus partos nos explicó esa dulzura y esa vocación. De criar desde el respeto, de escuchar a la naturaleza, de estar atenta, de expresarse y aprender a comunicar en un momento decisivo, para la mamá, para el bebé, para la familia, para la pareja.

Azucena Caballero, llenó la sala de su desparpajo, exhala actividad y por si alguien se despista ya lo cuenta. Gema la presentó como fundadora de la Pedagogía Blanca, pero ella dado el perfil de las asistentes prefirió hablarnos de la eficacia, desde Mujeres Empoderadas y fue… eficaz. Nos propuso ejercicios prácticos para saber dirigir las acciones, para priorizar tareas, para jerarquizar objetivos y tenerlo todo organizado, sin olvidarnos de nosotras total: “la ropa para planchar te espera”. Genial.

Sara Cañamero, la querida matrona de Más Natural, nos hizo un recorrido por la historia del parto, nos habló de los miedos, del dolor, del acompañamiento, de cómo no todo el mundo ve como ella la asistencia a este momento mágico del nacimiento. Nos describió al dolor como un guión del parto que te va describiendo la situación con su intensidad, su duración y su frecuencia.

Cristina y Gema (a menudo con Mario “Cañamero” en los brazos) despidieron la Jornada, salíamos con buen sabor, recuerdos y aprendizaje entrelazados, con la sensación de que lo nuevo se nos prende en los sentidos, en ese sentido tan especial que nos otorga la maternidad.

Recuerdo mi garganta arañada por dentro, que me da una voz rota tan poco delicada, mi catarro me invade de nuevo, los niños me esperan, me despido y salgo. Llego a una comida que dicen deliciosa pero insípida para mi, cuento a mis hijos mi mañana: los ponentes, las ponencias, el espacio, los bebés y los rurunes… Peli y mantita, un ratito acurrucada con mi hijo pequeño, ninguna medicina: piel con piel, mimos y… teta ya no (tiene 13, pero hasta los 3 y medio fue así, por cierto también comía chorizo, estaba perfectamente nutrido,  soy hija de pediatra). Piel con piel digo, esta vez para mamá: estoy mucho mejor ;-).