La primera condición para moverse es poder hacerlo.





















Sí lo sé parece una perogrullada y lo es, pero muy cierta y fácilmente olvidada; por lo tanto insisto: la primera condición para moverse es poder hacerlo. Si ni siquiera una pelota puede rodar encerrada en una caja ¿Cómo podrán nuestros bebés moverse con eficacia (es decir, para conseguir algo, por ejemplo: desplazarse) si no tienen las condiciones adecuadas? Pues de ninguna manera y esto… ¿significa que no son capaces? No, sólo que no se lo permitimos y dependen de nuestra voluntad.

El bebé de la foto, Óscar, tuvo una increíble oportunidad de moverse desde el día que nació. Acudió solito a buscar el pezón que le amamantara (desde la cadera de su madre, claro), como todos los mamíferos, cuando esto del arrastre espontáneo no estaba de moda. Se desplazaba por un cartón pluma de 70 cm ya en el hospital y cuando llegó a casa tenía su pista de arrastre preparada para sus pequeños paseítos, que recorrió antes de los dos meses y le encantaba. Le encantó a él y a todos los que prestó su pista o cedió después o a los que tuvieron otras o simplemente los que bajaron a la alfombra de juegos más pronto que tarde…; a todos los que probaron lo que se siente cuando uno hace por si mismo lo que puede hacer. Fíjate… qué bobada ;-).